Parar el deterioro del cartílago
La osteoartritis, conocida también como artrosis, es una enfermedad articular producida por el desgaste del cartílago, tejido que hace de amortiguador al proteger los extremos de los huesos y que favorece el movimiento de la articulación.
La osteoartritis es una enfermedad degenerativa de los huesos como resultado de una reducción del cartílago, lo que lleva a un aumento de la fricción.
El cartílago es un material firme, elástico, que cubre los extremos de los huesos de la articulación de la rodilla. Reduce la fricción en la articulación y actúa como un «amortiguador».
Cuando el cartílago se daña o deteriora, limita el movimiento normal de la rodilla y puede causar un dolor significativo, y, finalmente, la necesidad de una cirugía de reemplazo de rodilla.
Los síntomas asociados con la osteoartritis suelen tardar décadas en desarrollarse.
En el siguiente vídeo, Mariano Bueno explica cómo se produce la artrosis y el tratamiento biológico para esta enfermedad.
A la osteoartritis, a pesar de ser la enfermedad reumática más común que afecta a las articulaciones, se le presta poca atención por parte de la industria farmacéutica. Descrita como enfermedad degenerativa, enfermedad inflamatoria leve o una combinación de las dos con aporte genético o traumático, afecta a más de 100 millones de personas en el mundo.
Sin embargo, así como en la artritis reumatoide y la artritis psoriásica se han experimentado cambios en la terapia con fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (DMARDs), el tratamiento de la osteoartritis languidece con diversas formas de medicamentos de tratamiento del dolor (los AINE, tramadol, etc.), el ejercicio , varias inyecciones intraarticulares que controlan el dolor, pero no modifican la enfermedad, y como último recurso, el reemplazo de la articulación (para las caderas y las rodillas, pero no para la espalda y las manos).
Alrededor del 80% del volumen del tejido cartilaginoso se compone de líquido sinovial. Se necesita este fluido para soportar el peso y lubricar las superficies articulares. La pérdida de líquido sinovial causa la disminución en el espesor del cartílago, aumenta la fricción, y produce la degradación de los huesos y el dolor de las articulaciones propias de la osteoartritis.
David Burris, profesor asistente en el Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Delaware, y su equipo, están investigando cómo el movimiento puede hacer que el cartílago reabsorba el líquido que se filtra hacia fuera.
Los científicos tienen la hipótesis previa de que si el movimiento se produce más rápido de lo que el líquido puede difundirse, entonces el movimiento continuo de la rodilla podría evitar la deflación.
Usando una pequeña esfera articulada contra un tapón de cartílago, demostraron que se mantuvo la presión intersticial indefinidamente, si el área de contacto se movía más rápido que la velocidad de difusión del líquido sinovial.
Sin embargo, no quedó claro cómo lograr que la articulación de la rodilla no sea deflactada, debido a los largos períodos de tiempo que permanecemos sentados y de pie cada día, sin una participación activa.
En otras palabras, ¿cómo reabsorbe el cartílago el líquido que se filtra cuando las personas no se mueven?
Las fuerzas de presión llevan al fluido de nuevo al cartílago
Burris sugirió que el proceso de reabsorción puede ser impulsado por la presurización hidrodinámica. El término hidrodinámico se refiere al principio de lubricación implicado en el funcionamiento de los rodamientos; en este caso, la articulación de la rodilla.
La presurización hidrodinámica se produce cuando el movimiento relativo de dos superficies hace que el fluido entre ellas acelere en la forma de una cuña triangular.
Por ejemplo, cuando un neumático normal se desplaza rápidamente sobre el agua, la presión se acumula hasta que se forma una película para lubricar la interfaz; esto se llama aquaplaning. El aquaplaning o hidroplaneo lleva a una pérdida completa del control de fricción. Si el neumático fuera poroso, sin embargo, la presión del fluido exterior podría forzar a que el fluido volviera de nuevo al neumático.
Para investigar si la presurización hidrodinámica podría rellenar el cartílago desinflado, los investigadores colocaron muestras de cartílago más grandes que la media contra un piso de vidrio para asegurar que no habría una cuña.
Y encontraron que a velocidades de deslizamiento lentas (menos de lo que ocurriría en una articulación a velocidades típicas para caminar) se producía el adelgazamiento del cartílago y un aumento en la fricción; pero a medida que la velocidad de deslizamiento aumenta hacia velocidades típicas para caminar, el efecto se revirtió.
Llegaron a la conclusión de que las presiones hidrodinámicas, que fuerzan el flujo de fluido en el cartílago, debían haber contrarrestado el líquido que había sido exudado.
Burris afirma que: «Observamos una competencia dinámica entre la entrada y la salida de líquido sinovial. Sabemos que el grosor del cartílago se mantiene durante décadas en la articulación, y esta es la primera visión directa de por qué. Es la propia actividad lo que combate el proceso de deflación natural asociado con la lubricación intersticial.
Caminar y correr previenen la pérdida de líquido y lubricación del cartílago. Aunque la mayoría de la gente piensa que correr expone a la articulación a un desgaste innecesario, la investigación demuestra que es más probable que la inactividad cause osteoartritis más que una carrera de larga distancia»